DIRECCION.-
Dirección: Paseo de la Habana, 3 – 28036 – Madrid
Teléfono: 91 577 88 84
Web: http://www.thaigardensgroup.com
A propósito de la web, encontraréis en ella animaciones en flash, algunas fotos y bonitas metáforas de la tierra, el viento, la naturaleza y tal y cual, pero no incluye la carta de platos, ni el menú, ni los precios, ni admite reservas vía web y la información está bastante dispersa.
BREVE HISTORIA DEL RESTAURANTE.-
Fue el primer restaurante tailandés que abrió en España. Se inauguró en 1995, ubicado en una antigua casa de la calle Jorge Juan. En 2007 se trasladó al paseo de la Habana, a la sala que ocupó el ambicioso Calle 54, el cual, a pesar de sus famosos socios y sus caras guapas, no duró ni dos temporadas.
Algunos datos:
-Fue seleccionado como el Mejor restaurante de Cocina Extranjera por la guía Gourmetour.
-Tiene otros locales en Barcelona, México DF, Sao Paulo y Casablanca.
-Las materias primas son traídas semanalmente de Bangkok.
TIPO DE COCINA.-
La gastronomía de Tailandia suele ser algo picante pero con una mezcla fascinante de sabores y olores. Este local elabora una cocina tailandesa adaptada al gusto español.
El ingrediente principal en la cocina tailandesa es el arroz, que puede ir en sopas, frito o simplemente cocido blanco. Otros ingredientes que se usan comúnmente son las guindillas, ajos, tallarines y leche de coco. En carnes se usa el buey, el pollo y el cerdo. El curry verde y el curry rojo tailandés se forma con cilantro, pimientos verdes y semillas de cilantro
En este local adaptan esta cocina a los gustos occidentales, limitando el uso de picantes y combinando salados, dulces, picantes y agrios.
AMBIENTE Y DECORACION.-
Si el local de Jorge Juan era precioso, un oasis de lujo tailandés, ubicado en un antiguo caserón, en su nueva ocupación tiene poco que envidiar al antiguo local en cuanto a su decoración ni de su filosofía y cocina, aunque sí ha ganado en espacio. Tres amplias plantas decoradas con budas, bailarinas, mucha madera de teka, bambú y abundante vegetación de plantas y adornos florales traídos de Tailandia, convierten a este lugar en un sitio muy especial e inimitable, aunque las dimensiones del nuevo local hacen que la decoración quede algo diluida.
Como me dieron mesa en la tercera planta y me llevaron por el camino más largo atravesando todo las salas, por el camino tuve la posibilidad de echar un vistazo a la decoración del resto del local. Si podéis evitad la reserva en la primera planta porque es la más ruidosa y la que tiene las mesas más juntas, además del trajín de gente que entra y sale, aunque la decoración sea muy llamativa con sus abundantes plantas que la asemejan a un jardín e incluso la cascada de agua junto a las escaleras (si me llegan a dar una mesa junto a esta cascada, no quiero ni pensar la cena que me hubiese esperado con las ganas de hacer pis que me da a mi escuchar el agua cayendo). La segunda planta es la dedicada a no fumadores y también es bastante ruidosa cuando el restaurante está en plena ocupación. Aquí el detalle de la decoración que menos me gustó fueron unas pantallas que simulaban ventanas y que proyectaban imágenes como de paisajes, un tanto horteras para mi gusto. La tercera planta es para fumadores, pero es la más tranquila dentro de lo que cabe. Si sois un grupo grande podéis intentar reservar una mesa grande que hay en un pequeño reservado dentro de esta planta. Además de las dedicadas al restaurante, existe una planta baja en la quevenden pasminas y bisutería tailandesa y existe un pequeño minicine donde proyectan documentales sobre este país.
Las mesas están decoradas con orquídeas y velas y se respiraría un ambiente con mucho encanto, ideal para comidas o cenas románticas si no fuese por el ruido y lo juntas que están algunas mesas.
Pulcros manteles y servilletas de tela, bajoplato de metal que pesa una tonelada, cubertería exquisita, copas de vino correctas, … no falla ningún detalle.
NO FUMADORES.-
La segunda planta es exclusivamente para no fumadores, en el resto del local está permitido fumar.
SERVICIO.-
El personal si no es nativo de Tailandia, al menos lo parece. Los camareros van vestidos con el atuendo de gala típico tailandés; muy serviciales, correctos, cordiales y con una educación exquisita. Se esmeran todo lo que pueden, pero en ocasiones se encuentran desbordados para atender la cantidad de mesas de las noches de los fines de semana. Si tenéis la oportunidad, os recomendaría que fueseis entre semana.
A LA CARTA.-
La carta es bastante extensa, (más de 70 platos) aunque compleja para quien visite por primera vez el local. Los platos picantes viene marcados según su grado de picante y tiene una sección especial dedicada para los vegetarianos. Las raciones son abundantes y la presentación de alguno de los platos es espectacular.
En cuanto a precios, los entrantes oscilan entre diez y quince euros y los principales en torno a los veinte euros.
La carta de vinos sin ser demasiado amplia es pasable, tiene unas cuantas denominaciones de origen a precios razonables, vienen marcados los vinos más adecuados para maridar la comida o combinar con platos picantes. El vino de la casa es un tinto navarro “Gran Feudo Reserva” a 13 euros (en tienda cuesta unos 5-6 €). Además incluye una carta de cócteles -mojitos, daiquiris, margaritas, … a 8 euros.
Por cierto los precios son muy extraños, cócteles a 8,05 €, primeros a 9,27 €, principales a 17,42 €, …)
MENU DE MEDIODIA.-
Al mediodía tiene un menú por 23 Euros que incluye un entrante y un plato principal de carne o pescado al jengibre, agridulce o a la salsa de tres albahacas, todo acompañado de arroz blanco perfumado.
LO QUE QUE COMI.-
A pesar de haberlo visitado en varias ocasiones, me siento incapaz de orientarme en su amplia carta por lo que siempre me decanto por su menú degustación (36E./persona), vamos a analizarlo:
Entradas
Kai Satee: Brochetas de pollo marinado en leche de coco y hierbas
(muy sabrosas de lo mejor de los entrantes)
Khung Phom Pha: Colas de langostino envueltas en una fina pasta de arroz
(algo así como gambas con gabardina, pero con una pasta muy fina, pasables)
Poh-Pia: Rollitos de primavera al estilo Thai Gardens
(pequeño rollito relleno de verduras muy rico)
Ensalada de Vermicelli, con pollo, limón y apio
(servida sobre una concha de vieira, aunque el principal ingrediente es el apio, por su sabor y textura se asemeja a una ensalada de col fermentada que me recordó al típico chucrut alemán, fue lo que menos me gustó de los primeros platos)
Maíz Tood: Langostinos, calamares y maíz frito crujiente
(preparación especial de estos ingredientes, muy bueno)
Kanom Gib: Empanadillas rellenas de cerdo y langostinos picados, cocido al vapor
(las típicas empanadillas que suelen llamarse DimSum en los restaurantes orientales, agradables sin más)
Acompañan con salsa agridulce y salsa de soja en bandeja aparte para servirse al gusto.
Platos Principales
Panang Nua: Trozos de buey marinado en curry rojo cremoso y suave
(una especie de estofado, suave, nada picante a pesar de ser curry rojo y bastante sabroso aunque quizá un poco dura la carne)
Kaeng Khung: Langostinos al curry verde cremoso, con verduras al dente
(algo picante, pero moderadamente, la salsa que más me gustó)
Pad Thai: Tallarines salteados con cebolletas, huevo, soja y verduras
(este es el plato que nunca falta en los restaurantes tailandeses, no son malos pero los he probado mejores en otras ocasiones)
Triángulos Esmeralda: Trozos de pollo marinado en tamarindo y envueltos en hojas de Bai Toey
(ojo, las hojas de bai toey no se comen, hay que abrirlas antes de meterlas mano, el pollo del interior, genial, muy muy sabroso, sabe a poco pues solo hay un pedazo por cabeza)
Pollo con castañas de Cajún, verduras y piña
(un guiso de pollo pasable, pero poco más, las castañas de Cajún en mi pueblo las llamamos anacardos, pero suenan menos exóticas)
Thai Hom Mali: Arroz blanco perfumado
(arroz blanco cocido, mondo y lirondo, de perfumado nada, además un arroz corriente, ni bastami, ni largo, ni bomba, … tan solo para acompañar a las salsas de los otros platos)
Postres
Delicatessen de dulces y frutas tropicales del Jardín Thai
(Nada del otro mundo, las frutas tropicales son piña, melón y lichis -vale, son tropicales, pero no exóticas que digamos y melones hay y muy buenos en Villaconejos, al lado de Madrid- , un pequeño mousse de chocolate con rayado de coco que ni fu, ni fa y una mini porción de tocino de cielo)
Defrauda un poco, conociendo la fama que tienen los cocineros tailandeses de hacer pequeñas obras de arte esculpiendo las frutas.
En cuanto a la bebida, aunque el maridaje de este tipo de gastronomía invita más a acompañarla con cerveza o quizá con vino blanco, lo siento pero me apetecía más un vino tinto. Así me decidí por un vino del Bierzo (Pétalos del Bierzo -23 euros-) que según la carta combina bien con todos los platos. Confieso mi ignorancia, no tengo ni idea porque este vino marida mejor con la comida tailandesa que un rioja o un ribera, pero en cualquier caso los vinos del Bierzo suelen ser excelentes y este no era una excepción, además el precio es razonable, pues en tienda ronda los 14-15 euros.
VALORACION FJREDONDO.-
Precioso, luz tenue, derroche de diseño, decoración espectacular, las vegetación y adornos florales que adornan todo el local reducen la sensación de agobio que provoca las dimensiones del local y es que el aprovechamiento excesivo del espacio es uno de sus defectos.
Por su éxito no tiene problema en abarrotar el local en dos turnos, por lo que si queréis disfrutar de la sobremesa reservad en el segundo turno. Ahora bien, no seáis muy exigentes con la puntualidad, nosotros reservamos a las once y nos tocó esperar unos quince o veinte minutos hasta que nos sentaron a la mesa. Eso sí, los fines de semana si no tenéis reserva, ni lo intentéis.
El servicio muy correcto y para el trajín que llevan por la cantidad de mesas que atienden, se merecen un aprobado alto.
El menú degustación no ha cambiado desde la primera vez que lo visité, allá por el año 2001, es agradable, quizá con algún altibajo. Los postres muy decepcionantes. Un poquito, sensación de “cría fama y échate a dormir”. Las cantidad es aceptable, se trata de cinco entrantes, cinco principales (más el arroz) y postre, en algunos casos te quedas con las ganas de repetir de alguno de los platos más sabrosos, pero no puedes decir que te quedes con hambre, todo lo contrario.
En cuanto al precio, nuestra cena con vino y una cerveza de aperitivo, costó 50 euros por persona. La media no suele bajar de los 40/50 euros por persona. Sin duda, el ambiente es lo mejor, a pesar de la gran cantidad de mesas que hay, quizá diría que resulta un poco sobrevalorado pero recomendable.
Le doy un 7 sobre 10.
Tras visitar varios restaurantes tailandeses en Madrid, para una primera visita os recomendaría este, si queréis uno más recogido y más íntimo, el Oam Thong de Corazón de María y si queréis algo más económico el Siam de la calle San Bernardino.