No soporto a los músicos ambulantes

Voy a confesarlo: No soporto a los músicos ambulantes.

 

Ojo, he dicho ambulantes, no confundir con los músicos callejeros, aquellos que se sitúan en una calle o en un parque o en el pasillo del metro y ofrecen su arte a quien quiera detenerse a escucharlos y dejarles unas monedas. Contra estos no tengo nada, todo lo contrario, algunos me parecen que tienen un gran mérito. No molestan a nadie y sólo a quien le apetece escucharlos puede hacerlo y a quien no le guste, le basta con continuar su camino.

 

Cuando hablo de músicos ambulantes me refiero a aquellos que te persiguen y que en el momento más inoportuno se ponen a tocar en tu oreja, además frecuentemente con muy poco arte.

 

 

Vas tu tan tranquilo en un vagón de metro leyendo un libro totalmente inmerso en la historia y, zas, entra un tipo con un acordeón en el que cuesta distinguir las teclas negras de las blancas de la roña que acumulan y se pone a pulsar machaconamente las tres o cuatro notas que conoce y así no hay manera de concentrarse en tu lectura.

 

Estas tan relajado disfrutando del buen tiempo en una terraza del bar delante de una cervecita fresca y, zas, llega un par de tipos arrastrando un amplificador con música pregrabada y un micrófono y destrozan una canción a voz en grito y cuando se marchan y empiezas a frotarte las manos porque a vuelto la tranquilidad, no tarda en acercarse otro par de tipos y volvemos a empezar y así hasta que tiras la toalla y abandonas la terraza.

 

Y los peores de todos, los que aparecen por sorpresa en un restaurante. A mi que no me gustan las cenas con espectáculo porque siempre me quedo con la duda cuando comienzan los artistas entre dejar de comer para verlos y tomarme la comida fría o seguir comiendo y hacerles un desplante. Pues imagina si encima vienen sin que nadie les haya invitado y te interrumpen a mitad de la conversación para cantarte un bolero, no dejarte comer tranquilo y con el don de la inoportunidad, porque si estas con tu pareja te pillan en mitad de una discusión uno de esos momentos en los que se necesita un mediador de la ONU y no un mariachi que te cante “si tu me dices ven, lo dejo todo …”

 


4 thoughts on “No soporto a los músicos ambulantes”

  1. Jaja, casi me parto con lo del mediador de la ONU. La verdad es que hay momentos en los que lo que menos te apetece es que te peguen la guitarra (o el acordeón lleno de roña, puaj) a la oreja y te desconcentren de la lectura, la cena o las copas. Pero a mí los que de verdad de verdad me molestan, que me dan ganas de matarlos directamente, son los que van escuchando su música en el móvil a toda pastilla en el metro, en el autobús o por la calle. ¡¡¡No puedo con ellos!!!

  2. Todo en exceso es malo… Todas las mañanas se coloca debajo de la ventana de mi trabajo una persona (no sé si es joven o mayor, hombre o mujer) que toca muy bien, pero sólo 3 canciones. DURANTE HOOOOORAS!!!! Eso hace que estemos saturados y cada vez que empieza con la serenata, nos pongamos los auriculares.
    Un saludo de una lectora anónima (hasta ahora)! Ceci

  3. Tienes mucha razón, Ceci, por bien que toque o cante cualquiera, la misma canción día tras día a todas horas es una tortura.

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