En ocasiones cuando me preguntan “¿qué tal te va?” y estoy tentando de dar una respuesta larga y contestar la verdad me acuerdo de la historia que mi amigo Jiménez me contó cuando coincidió con un antiguo compañero, Jaramillo. Un ejemplo de “pensamiento positivo”, de verdadero “don?t worry be happy”.
Jiménez y Jaramillo fueron compañeros de universidad en una carrera técnica y al cabo de unos años volvieron a coincidir cuando ambos estudiaban el curso puente para continuar con la carrera superior delante de un tablón de notas.
– Hombre, Jaramillo, cuánto tiempo sin verte ¿qué tal te va la vida?
– Pues mira, la verdad es que mal.
– Coño, ¿y eso?
– Pues hace un año me fui de vacaciones a Centroamérica, pillé un virus y me tuvieron que hospitalizar allí. Pasé unas semanas en el hospital y, aún muy débil, me trasladaron a España. Aquí estuve un mes en el hospital, pero no acabo de recuperarme. Total casi seis meses de baja y como tenía un contrato eventual, no me lo renovaron. Cómo sigo tan débil no encuentro nuevo curro, no cobro el paro y ya no puedo pagar el alquiler así que he tenido que volver a casa de mis padres. A todo esto, mi novia no soportó la situación y me dejó. Y, dejame ver la nota en el tablón, veamos, … pues he suspendido el examen.
– Vaya, Jaramillo, qué faena. Pero, por lo demás todo bien, ¿no?
Pues eso. Pensad siempre en positivo.
Ya lo decía mi abuela: quien no se consuela es porque no quiere…
Yo sí que creo que hay que pensar en positivo y luchar por la esperanza. Es curioso porque acabo de publicar hace escasos minutos un post sobre esto. Telepatía?