by Kamenny Stul
Como norma general, el sentido común te dice que siempre hay que evitar comer en los restaurantes próximos a las principales atracciones turísticas de una ciudad. En primer lugar por la clavada que a buen seguro te pueden meter y, en segundo lugar y más importante aún, porque los restaurantes situados en estas zonas tienen la clientela asegurada hagan lo que hagan. Por este motivo no suelen esforzarse lo más mínimo por ofrecer una cocina digna o un buen servicio, qué más da una mala crítica, su clientela son los turistas de paso que siempre van a seguir aterrizando allí y que no hay que fidelizar ni dejar satisfechos.
En un programa de Pesadilla en la Cocina dedicado a un restaurante cercano a la Puerta del Sol, Chicote decía que allí los clientes son como paracaidistas, caen allí de paso pero nunca volverán así que les pueden servir cualquier cosa.
Esa es la teoría, pero ¿cómo resistirte a tomar algo en la plaza Navona de Roma, en la plaza de San Marcos de Venecia, junto al Sena con vistas a Notre Dame en París o en la plaza del Ayuntamiento Viejo de Praga?
Pues algo así fue lo que me sucedió a mi, cuando decidí cenar en Kamenny Stul de Praga, era consciente de que los precios eran más altos que en cualquier otro lugar de la ciudad, que la comida no sería la mejor y que el servicio tendría, con suerte, la amabilidad justa, pero me apetecía disfrutar de las vistas, ver atardecer sentado en la plaza y observar como las afiladas torres de la Iglesia de Nuestra Señora de Tyn se iluminan majestuosas cuando cae la noche.
En fin, si decidís también cenar o comer en una de las plazas más bellas del mundo, os recomiendo que lo hagáis en cualquier otro de los numerosos restaurantes que allí se encuentran ya que en Kamenny Stul os van a tratar de timar por el mero hecho de ser turistas.
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